trescientas ilusiones de compañía.
trescientas razones para no seguir con nada.
al final simplemente es como ser un cactus en un desierto. nadie está a tu lado , hace demasiado calor, no hay agua, se sufre. solo de tanto en vez, alguna comadreja se acerca a la sombra para rasgarte el tronco y humedecer su boca con mi sangre. para ella tengo espinas.
tengo trescientas espinas
23 abr 2012
25 mar 2012
La voz irreconocible me preguntó:
¿Cuál es la habitación que más te gusta?
Sin duda, la preferida,
el lugar donde vestirme en cualquier pellejo,
aislarme,
navegar por siete mares y alguno por descubrir:
La biblioteca.
La voz habló de nuevo:
Vacía sus estanterías, tus pertenencias, en el patio.
Las vacié.
Volvió a comunicarse:
Enciende la majestuosa pira y contempla.
Ardía mi vida en aquella hoguera
La voz irreconocible ordenó:
Desnúdate por completo y arrójalo todo al fuego
Arrojé mis prendas.
Quedaban rescoldos.
Empezaba a tiritar
de miedo.
Una vez más ordenó:
Coge una vela, una sola cerilla y vuelve a tu habitación-mundo
Regresé.
Enciende la vela, sugirió con voz incitante
Obedecí.
Ahora siéntate frente a ella
Transcurrió tiempo.
Media vela.
El susurro se dirigió de nuevo a mí:
Dime, lector:
¿Qué más necesitas?
¿Cuál es la habitación que más te gusta?
Sin duda, la preferida,
el lugar donde vestirme en cualquier pellejo,
aislarme,
navegar por siete mares y alguno por descubrir:
La biblioteca.
La voz habló de nuevo:
Vacía sus estanterías, tus pertenencias, en el patio.
Las vacié.
Volvió a comunicarse:
Enciende la majestuosa pira y contempla.
Ardía mi vida en aquella hoguera
La voz irreconocible ordenó:
Desnúdate por completo y arrójalo todo al fuego
Arrojé mis prendas.
Quedaban rescoldos.
Empezaba a tiritar
de miedo.
Una vez más ordenó:
Coge una vela, una sola cerilla y vuelve a tu habitación-mundo
Regresé.
Enciende la vela, sugirió con voz incitante
Obedecí.
Ahora siéntate frente a ella
Transcurrió tiempo.
Media vela.
El susurro se dirigió de nuevo a mí:
Dime, lector:
¿Qué más necesitas?
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